fbpx

La semana pasada compartí por redes sociales una situación personal vivida que me ha movido todos los cimientos. En Abril viví un aborto espontáneo y esto me hizo replantearme muchos aspectos de mi vida que me gustaría compartir contigo. De hecho, esta manera de comunicar la vivo muy íntima y me da la posibilidad de abrirme de manera diferente, más profunda, y si me lo permites lo voy a hacer contigo.

La experiencia que te voy a compartir me ayudó a tomar consciencia de mis límites y contacté de manera muy profunda con una vulnerabilidad no experimentada hasta ahora. 

Te comparto esto desde lo más profundo, confiando que te ayude precisamente a ser más compasiva contigo misma y que no sea necesario una experiencia tan desgarradora como la que he vivido para empezar a poner límites en tu vida.  

Te puedo contar que me considero una persona que el “NO” como palabra me cuesta digerir y sostener. Durante mi experiencia de vida el “SÍ” ha sido la palabra más usada en mi interior y en las relaciones con los demás, y esto, a raíz de mi experiencia se transformó de manera profunda. Ya desde el embarazo empecé a contactar con una serie de límites corporales que no eran habituales en mí: cansancio, cambios de humor, sensibilidad… Eso me obligó (sí, obligó… en ese momento no quería asumir aún que mi cuerpo iba a otro ritmo) a cambiar mis horas de trabajo, mis ritmos, mis descansos… Fue todo un aprendizaje.

El estar embarazada me hizo contactar con mis miedos de manera muy clara y eso también me costó lidiar con ello. A partir de ahí lo que no sabía es que todo se volvería más profundo y limitado. A raíz del embarazo salieron otras complicaciones como un tumor en el ovario izquierdo que me asustó muchísimo, algo que me dejó helada, con insomnio, alterada… Por suerte fue benigno y me lo pudieron extraer pasado el aborto sin complicaciones. 

Te cuento todo esto por qué creo que es importante para que entiendas el contexto de ruptura. A partir de ahí, el aborto ya fue el último eslavón de la cadena con la cual había empezado a contactar.

El sentirme frágil, vulnerable, necesitada de los demás, con poca concentración, sin ánimos ni ganas de interactuar, salir…. Toda la experiencia en sí fue un viaje hacia las profundidades más oscuras de mi ser.

Una oscuridad nunca habitada y muy desconocida que hizo saltar muchos mecanismos antiguos, incluso en mi relación con la comida. La operación añadió el toque que faltaba a todas estas profundidades. Una experiencia nunca vivida para mí en la que tenía que entregarme a alguien y confiar plenamente sin que pudiera controlar yo nada. 

El contacto con la sanidad en general me resultó agresivo y poco cuidadoso pero en esto no me quiero detener. Quiero pararme en los mecanismos que se nos pueden activar con tal de mantener la máscara de “superwoman” o como quieras llamarle. Y en esa máscara está el “todo está bien”, “puedo yo sola”, “ya estoy bien no pasa nada”, etc…. Pero ¿qué pasó? Que cada mecanismo que salía para contactar con el “SI” me hacía topar con un “NO” rotundo.

Hasta que no asumí que el apoyo de mi entorno era necesario y me tenía que dejar sostener por los demás, no empecé a vivir la pérdida con sosiego y tranquilidad.

Cuando hablo del contacto con mis límites me refiero a que para mí antes de esta experiencia todo era posible, 10 horas trabajando, sesiones sin descanso, viajes, charlas. Lo que hiciera falta ahí estaba yo disponible, entregando toda mi energía sin descanso. Si que es cierto que durante un largo tiempo de mi vida he concentrado esto en el trabajo, al gustarme tanto mi profesión ha hecho que se convierta en un sitio seguro y amado. Pero claro, y el amarme y cuidarme a mí? 

Puede que leas esto y hayas vivido algo similar y no te resuene. Esto puede pasar, hay perfiles caracteriales que el camino es otro y no este. Hay perfiles que precisamente tienen tendencia a sostenerse por los demás y para este tipo de personas el camino está en sentirse autónomas e independientes para contactar con su fortaleza.

En cambio, en mi caso el contacto con mi fortaleza ha sido a través de la vulnerabilidad (acoger la tristeza, el miedo, la rabia y desgarrarme en ocasiones con estas emociones)

Existen muchos perfiles caracteriales que les cuesta mucho sostener la vulnerabilidad, dejar el control, dejarse caer, dejarse ayudar y sostenerse por los demás. A mí me cuesta y me ha costado muchísimo. Ahora he de reconocer que he hecho un máster y me he vuelto experta en pedir ayuda a mi equipo, a Aizea, a mi pareja, a mis amigas, a mi mamá, a mi familia… Todo se ha movido. Y es que algo muy importante es que cuando te mueves tú, cuando te mueves en cómo te posicionas ante los demás, tu entorno también se mueve. Y mi entorno se movió para adaptarse a la nueva Noemí que estaba emergiendo, con una luz más cálida y con más grietas e imperfecciones. 

Te propongo que si te suena lo que te cuento te des la oportunidad un día a la semana de dejarte caer, de soltar en control, de confiar en los demás. Para mí ha sido un acto de humildad que me ha enseñado a vivir más tranquila, con menos rigidez y más ligera. 

Seguramente el tener acompañamiento terapéutico en todo este proceso ha sido de mucha ayuda para poder acompañarme y seguir acompañando a todas las personas que confían en mí sus procesos. Y desde aquí, bellas mujeres os agradezco dejaros caer, mostraros frágiles y vulnerables ante mí. Soy yo la que aprende cada día de vosotras. 

Y a tí que me estás leyendo, si no sabes hacerlo es normal, no nos han enseñado ni hay libro de instrucciones. Si te apetece, estamos aquí para acompañarte a que no tengas que llevar a cuestas tú sola todo esto. Si quieres más información accede aquí.

Te abrazo desde donde estés.  

Artículo por Noemí Conde, psicóloga y cofundadora en Desnúdate