¿Te genera ansiedad salir de tu rutina? ¿Los viajes te ponen nerviosa? ¿Te cuesta improvisar? ¿Tiendes a planificar? ¿La incertidumbre te agobia?¿Te enerva cuando algo no sale como lo tenías planeado? ¿Tiendes a controlar cómo se ve tu cuerpo? ¿Sueles controlar lo que comes?
Si mientras leías estas preguntas se te iba moviendo algo por dentro puede ser que haya una parte “controler” en ti. Si es así, no te juzgues. Te aseguro de que somos muchas las hijas del control aquí, la que escribe incluída 😉 En el post de hoy te traemos contenido terapéutico para poder comprender a nuestra pequeña controladora. De esta manera, podernos tratar con más cariño cuando aparezca esta parte ¡Vamos allá!

¿Te habías planteado que el control tiene una relación estrecha con la inseguridad? Pues es justamente cuando sentimos miedo o inseguridad es donde entra nuestra parte controler al rescate. La función habitual de ejercer control es que nos sintamos más seguras. Tiene la buena intención de regularnos.
Podemos sentirnos inseguras al contactar con algo interno, ya sea un pensamiento, emoción o sensación en el cuerpo. Al pensarnos torpes. Al vivir nuestro cuerpo como inadecuado. Al sentirnos débiles. Al notarnos vulnerables. Al sentir ansiedad. También la inseguridad puede activarse al vivir una situación externa que detona en nosotras las anteriores sensaciones internas. Al creer que nos están mirando o que nos van a enjuiciar. Al tener miedo a sufrir.
Cuando sentimos esas inseguridades es donde entra nuestra parte controler al rescate. Mientras sigo mi rutina, planifico los días al milímetro, voy cada tarde al gimnasio, cuento las kcal, me miro la tripa en el espejo una y otra vez, me comparo con la foto de antes…
Aunque sea por unos milisegundos puedo tener la sensación de que tengo las riendas de la situación. De que soy dueña de información. De que tengo el control. Puedo sentirme poderosa.
Eso no quiere decir que no me sienta triste, enfadada o con más miedo después de controlar. Pero sí que mientras llevo a cabo esa acción, plan o rutina puedo sentirme reconfortada. Nuestra querida controler cumple su función.
Los mecanimos de control pueden ser muy variados. Podemos sentirnos en control:
- Basándonos en normas y creencias: cuando comemos únicamente los alimentos que consideramos saludables , hacemos dieta, llevamos una rutina rígida de entrenamiento, etc.
- A través de la acción o la no acción: al llevar nosotras la iniciativa, quedarnos calladas, evitar quedar con gente, estar continuamente haciendo planes,etc.
- Mediante el cuerpo: respirando flojito, tensando el cuerpo, relajando para no sentir, etc.
Es información útil que puedas observar qué actividades hay en tus rutinas que te hacen sentir en control. Observa y escríbelo. Así conocerás cuáles son los mecanismos de tu controler.

¡Ojo! No se trata de cargarnos a nuestra parte controladora. Muchas veces nos ayuda a protegernos desde la cautela. Sí que es útil poder llevar consciencia para diferenciar entre cuando el control nos suma estabilidad y cuando nos está limitando o cogiendo demasiado espacio en nuestra vida. Algo que te puede servir para distinguirlo es identificar si dejas de hacer muchas cosas que te gustarían por sentirte en control. Si sientes que estás viviendo en una cajita para no exponerte.
Tal y como decíamos, después de controlar podemos sentirnos más ansiosas que antes de hacerlo. La razón puede ser que aún habiendo puesto todos nuestros esfuerzos en controlar el malestar permanece. Y ahí nos ponemos ansiosas y ejercemos más control. Pero sigue sin funcionar. Y más ansiosas nos ponemos. Un pez que se muerde la cola.
La realidad es que hay cosas que escapan a nuestro control. No porque no nos estemos esforzando lo suficiente si no porque no se pueden controlar.
Así pasa con las emociones. Son una respuesta orgánica del cuerpo que no se puede controlar. Van y vienen. Tal cual lo hace el pestañeo de nuestros ojos. No podemos decidir cuándo aparecen y cuándo se van. Podemos acompañarlas y gestionarlas. Por lo tanto, aunque me esfuerce por controlar mi inseguridad (por ejemplo el miedo a mostrarme desnuda) no es posible hacerlo. Es darme contra una pared. La única manera de que mi miedo se calme es atenderlo.
Atender mi miedo pasa por escucharlo y gestionarlo a través de herramientas que sean respetuosas con ese temor que siento. Desde ahí podremos tener una sensación de seguridad mantenida en el tiempo. La seguridad que nace del sentirnos capaces de cuidarnos a nosotras mismas.
El control es proporcional al miedo que sentimos. Por lo tanto si tu parte controladora está on fire puede ser que tu parte vulnerable también. Aunque quizás la veas menos.
También podemos experimentar en la vida situaciones imprevistas que no podremos controlar, por mucho que planifiquemos. La pandemia del 2020 nos ha traído mucho aprendizaje en ese sentido. Poder rendirnos. Darnos el permiso para descansar en que hay cosas que no podemos controlar. Y está bien.
Quizás estarás pensando… Claro, muy zen todo pero ¿Qué hago si mi parte controler se dispara de manera automática? Lo primero de todo poder ver la intención positiva del control, tal y como decíamos al inicio del post. Identificar en qué me ayuda, qué me da esa parte, de qué me salva. Entender que si estoy controlando tanto es porque quizá no sé cuidarme de otro modo.
Si tú quieres también podemos acompañarte en nuestras sesiones de terapia individual. Juntas podemos iniciar un proceso para acompañarte a gestionar el control y así puedas salir de la cajita.
Texto por Aizea Villarreal, terapeuta y cofundadora de Desnúdate Autoestima